❥ 🇹 🇷 🇪 🇸
Abrí los ojos al sentirme protegida y cuando lo hice mis ojos se encontraron con los de él, sus orbes dorados café. Edward, quien me había salvado de una terrible muerte.
Yo respiraba agitada por la sorpresa de tenerlo a un par de centímetros de mi. Sus ojos reflejaban preocupación pero con un toque de frustración.
Las personas vinieron gritando sobre lo recién sucedido, Edward solo me miró una vez más, se separó de mi y se fue. Así de fácil, dejándome con una ansiedad a mil.
Mientras yo miraba la abolladura que tenía mi auto y el del que manejaba el auto que casi me atropella, esas abolladuras hacían referencia a Edward. Eso estaba claro.
¿Por qué?, ¿Por qué el me salvó del carro que estuvo a punto de atropellarme?
Bueno, el no era un chico normal, eso si estaba claro. Pero, aún no sabía el por qué de salvarme. ¿Por qué lo hizo?, ¿Por qué no dejó que pasara lo que pasara?
Lo único que sabía es que tendría que darle las gracias por darme una segunda oportunidad de vivir.
Una exagerada cantidad de personas se me acercaron, unas para chismosear y saber lo que pasó y otros preocupados intentando ayudarme, entre los últimos estaban Eric, Mike, Ángela y Jessica.
—¡Aby!
—¡Aly!
—¡Llamen a una ambulancia!
—¡Por Dios!, ¿Estás bien?
Gritaban algunos pero yo estaba concentrada en descubrir como Edward había abollado los dos autos con solo sus manos.
—Ashly. Perdón, no fue mi intención.—me dijo Tyler con sangre que le caía de la frente.
—¿Cómo te sientes?—preguntaba la gente a mi alrededor, estaba parada pero parecía en un trance.
♪
Y aquí estaba, sentada en una camilla de hospital esperando a que me revisaran aunque repetí demasiadas veces que estaba bien, no me hicieron caso.
Me sentía frustrada solo por Tyler, no paraba de pedirme perdón.
—Aby, en serio perdón, no quería que esto pasara.
Tyler, Tyler Tyler, deja ya de disculparte.
—Tyler, por milésima vez, no pasa nada, estoy bien. No te preocupes.—le dije tratando de no perder la paciencia.
—¡Por Dios Ashly!—dijo una voz que reconocí al instante y dejé de mirar mis pies para voltear rápidamente.
—¿Tía Lyra?—pregunté asombrada.
Lyra es la hermana de mi mamá y mi tía favorita si es que me lo preguntaban, pero ella vivía a más de dos horas de Forks y llegó como en menos de una hora.
—Por Merlín, me vas a dar un infarto algún día, niña.—
Mi tía fue quien me ingresó al mundo de la magia, ella me leyó Harry Potter desde bebé y luego me obsesioné y empecé a leerlas de nuevo y las amo con toda mi vida, me abrazó la cabeza con fuerza y solté un pequeño quejido mientras le golpeaba el brazo suavemente.
—¿Cómo llegaste tan rápido?—le pregunté con las manos apoyadas en la camilla pues me había mareado un poco.
—Eso no importa. Merlín Aly cuando me avisaron de la escuela lo que pasó casi muero, un beso de dementor hubiese sido mejor a como me puse al escuchar la noticia.
—Ya le dije a todo mundo que estoy bien.— intenté levantarme siendo detenida por enésima vez, —Completamente bien, solo me dirán que fue un golpe duro y que tal vez haya perdido alguna cantidad desorbitante de neuronas.
—Las neuronas desaparecieron de tu cabeza hace muchos años y ya no existen ahí querida sobrina.—dijo algo divertida.
—Ja ja, muy graciosa.—bufé al momento que la puerta fue abierta, dejando ver a un joven doctor.
De piel pálida, rubio y los mismos ojos de cierto chico que me salvó, podría hacerse pasar por el hermano mayor de Edward sin ningún problema.
—Oí que la hija de los mejores cirujanos está aquí. Así que tú eres Ashly.—dijo el doctor sonriente.
—Sí, la misma e inigualable.—dije intentando sonar amigable y divertida, me llevé a cambio una sonrisa del doctor.
—Bueno, soy el doctor Carlise Cullen.—se presentó y ahí supe que era algo cercano a Edward.
Se me acercó y empezó a revisarme.
—Podrías presentar estrés post traumático o desorientación, tus signos vitales están bien.—dijo al dejar de revisar mis ojos, —Y no hay lesión en la cabeza. Creo que vas a estar bien. Sin embargo puedes venir si sufres mareos o algún trastorno de visión.
Genial, no entendí ni la mitad de sus palabras, lo único que logré comprender fue que estaba bien.
—¿Ves?, ¿Ven?—dije primero dirigiéndome a mi tía y luego al aire, —Estoy completamente bien.
—Técnicamente no, estás bien pero podrías presentar algunos efectos secundarios por el golpe.—dijo Carlise sonriendo.
—Gracias por la ayuda doctor.—dije acusándolo suavemente.
—De nada.—me guiñó un ojo aún sonriendo.
—Bueno...pudo ser peor si Edward no hubiese estado ahí, el me salvó. Le debo la vida.—dije con la mirada perdida recordando de nuevo todo.
—¿Edward? ¿Quién es Edward?—preguntó mi tía confundida.
—Es mi hijo adoptivo.—dijo un tanto tenso de repente.
—¿Ese muchacho estaba cerca?—preguntó tía Lyra.
—Yo, no lo sé. Me duele un poco mi cabeza así que estoy segura de que mis recuerdos no valen nada ahora.—contesté rápidamente.
Estaba mintiendo, pero, antes de decir algo de lo que sucedió, quería obtener explicaciones del mismo Edward.
—Creo que tuviste suerte.—me palmeó el hombro derecho, —¿Me permite?
Mi tía y Carlise fueron a hablar, cuando regresaron yo seguía en la camilla sin saber que hacer.
♪
—¿Segura de que te podrás regresar sola?—me preguntó mi tía cuando caminábamos para salir del salón de donde me encontraba antes.
—Sí tía, tranquila no te preocupes.—le dije caminando.
—De acuerdo.—suspiró, —Tengo que ir por Lynette y Armin, pero me llamas apenas llegues a casa ¿Bien?—preguntó dándome un beso en la cabeza mientras me agarraba de los hombros.
Lynette y Armin, mis primos hermanos, Lynette tenía trece y Armin dieciocho.
Éramos muy cercanos antes de mudarnos, lo seguimos siendo, pero ya no nos vemos como antes.
—Bien.—respondí sonriéndole, cuando mi tía se fue empecé a buscar a Edward solo para agradecerle por dejarme vivir.
El hospital era inmenso, por lo que, luego de diez minutos caminando por los amplios pasadizos, llegué a la dichosa recepción donde supuse que estaría.
Mi plan era encontrar al pequeño acosador o de alguien que me diga donde tomar un taxi a casa; lo que suceda primero.
Lo vi discutiendo de algo con Carlise y Rosalie, sonaba irritado y yo paré de andar.
—¿Qué querían que hiciera?, no iba a dejarla morir.—decía él y sabía que se refería a mi.
—Esto no se trata solo de ti si no de todos nosotros.—dijo Rosalie un tanto molesta.
—Mejor hablemos en mi oficina.—dijo Carlise y los tres voltearon y se fijaron en mi.
Maldición, hola vergüenza.
—Lo siento, em, yo no quería.—tartamudeé mientras jugaba con mis dedos, —Perdón, ¿Edward tienes un momento?
Lo vi dudar antes de acercarse a mi.
—Ven, vamos.—Carlise se llevó a Rosalie.
—Vamos, iremos a comprar algo de comida y te llevaré a tu casa.—dijo evitando mirarme y cogiéndome los hombros para obligarme a avanzar.
—A ver pequeño acosador, sabes que tenemos confianza y eso pero.—me separé de el, —No me vas a obligar a caminar.
—¿Ah no?—preguntó divertido.
—No.—le dije firme.
—Te compraré chocolate.—dijo divertido viendo a otro lado.
—Voy contigo.—dije rápidamente. Mierda, encontró mi punto débil, —¿Qué esperas? ¡Vamos!
Solo escuché su risa antes de caminar junto a él.
♪
—¿Qué chocolate me vas a comprar?—pregunté sonriendo como una niña pequeña.
¿Qué puedo decir?, los chocolates son lo mejor.
—¿Qué chocolate quieres?—preguntó abriendo la puerta de su volvo, esperando que entre.
—Uno grande, grande, grande, grande.—dije adentrándome en su carro, el cerró la puerta.
—Tienes una obsesión por el chocolate ¿Lo sabías?—me preguntó cuando ya había rodeado el carro y ya se había adentrado a este.
—Y yo ya tengo una nueva prueba de que me acosas ¿Lo sabías?—ya gané. Lo sabía.
—Bueno, dime un secreto—dijo de repente.
—¿Qué?.
—Un secreto. Eres una persona con muchos secretos, eso es evidente. Sin embargo, quiero saber más sobre tu relación con tus padres desde antes. Me da curiosidad.—alegó a la vez que golpeteaba el timón.
Me tensé. Mi pasado con mis padres era un tema bastante complicado; en especial, por la cantidad de problemas que tuve al solo querer la atención de mis padres y que se refugiaba en ser un tanto rebelde y querer la atención de otras personas.
—Tienes que darme algo a cambio.—le dije de brazos cruzados.
—Te lo daré después. Te lo prometo.
Sin darme cuenta ya habíamos llegado a una dulcería. Antes de que pudiera decir algo más, Edward ya había bajado. Iba a abrir la puerta cuando el me la abrió, agradecí y nos adentramos.
—Hola, buenas tardes—dijo una chica de unos dieciocho años a Edward sin mirarlo, pero cuando lo hizo su cara cambio.—Oh, hola, soy Celeste.
Se inclinó un poco más intentando que sus pechos resalten, Edward ni se inmutó.
Casi quise reír y vomitar a la vez, su intento fallido de coqueteo era demasiado gracioso pero me molestaba que lo hiciera, que ofrecida.
La chica llevaba un polo blanco con cuello de camisa, encima un delantal rosado que llevaba el nombre de la dulcería en color amarillo, tenía una gorra rosada puesta que en la punta tenía una paleta de colores.
Celeste era castaña y con ojos verdes, muy bonita. Pero muy ofrecida.
—Hola, me podría dar un ¿Qué es lo que quieres Aby?—me preguntó ignorando por completo al coqueteo y ofrecimiento de la chica.
Celeste recién notó mi presencia.
—El chocolate más grande que tengan.—le sonreí a mi acosador.
—Lo que ella dijo, gracias.—Edward pidió y la chica hizo que pague, ofreciéndose a cada momento, el Cullen ni la miraba y yo solo aguantaba las ganas de pegarle y reírme en su cara.
Cuando el chocolate llegó a mi se me iluminaron los ojos, era hermoso y totalmente mío.
Era un Hershey's de cookies and cream, era enorme. Iba a engordar, eso seguro.
—Lo amo, lo amo, lo amo.—dije cuando regresamos al volvo.
—Un gracias no vendría mal.—dijo mi acompañante divertido.
—Gracias, pequeño acosador, por comprarme este hermoso y bello chocolate.—dije abrazando la tableta.
—Un gracias es un gracias.—dijo rendido y yo reí.
No tuve la menor idea de cuando llegamos a mi casa, estaba tan concentrada en comerme el chocolate con la mirada que al detenernos por muchísimo tiempo me confundió, alcé la mirada y vi a Edward abriéndome la puerta.
¿Y este cuando se bajó?
—¿Vas a salir o te seguirás comiendo al pobre chocolate con la mirada?—preguntó divertido.
—¿Cómo sabías donde era mi casa?
—Soy tu acosador personal ¿Lo olvidas?—dijo riendo.
—Pues ya no estoy segura en ningún lado.
—Es broma, lo saqué de los registros del instituto.—caminamos hasta la entrada.
—¿Por qué buscabas mi dirección en los registros?
—¿Por qué no?
—Hasta mañana Cullen.—me despedí abriendo la puerta de mi casa con una sonrisa.
—Hasta mañana, Ashby.
Cuando se fue y cerré la puerta me recosté en la pared mordiéndome el labio intentando no sonreír. Edward era un idiota, enserio.
Subí a mi cuarto y toda la felicidad se desvaneció cuando vi el piano con partituras.
Mierda, mierda, mierda ¿Por qué a mi?
Grité con todo lo que podía, no creía que me llegaran a escuchar, mi cuarto tenía una prueba de sonido, por mis padres cuando llegaban en la madrugada, a ellos no les gustaba escuchar el sonido del piano y mis canciones a tales horas de la mañana. Así que nadie me escucharía.
Empecé a cantar las dos canciones de nuevo, como ayer.
Estúpido Peter, estúpida relación de tres años, estúpido colegio antiguo, estúpida suerte, estúpida vida de mierda.
Cuando acabé sentí a Iclyn en mi cuarto.
—Ven aquí pequeña.—la cargué y abracé, —Creo que tú eres en la única que puedo confiar.
Sentí una brisa y volteé rápidamente pero no había nada, ya iban dos veces que la sentía. Algo pasaba por las noches, aunque seguro fue el viento, no lo sé.
Mañana tenía que pedirle respuestas a Edward y no me dejaré manipular por un chocolate enorme.
Bajé a la sala y me puse a ver una película con Iclyn y palomitas.
♪
Rosalie se dirigía a su casa luego de estar viendo a Ashly, Edward tenía razón, tenía el corazón demasiado roto como para alguien de su edad.
—¿Ahora lo crees?—preguntó Edward apoyado en el marco de la pared de la sala donde estaba todo el clan.
—¿Qué viste Rosalie?—preguntó Esme.
—Esa pobre niña...tiene el corazón demasiado roto.—comentó la Hale con pena y preocupación.
Esme se llevó las manos a la boca con lástima, su instinto maternal se prendió al escuchar que había un corazón roto.
—Tenemos que hacer algo.—dijo la rubia con determinación.
—Nunca te agradaron los humanos y mucho menos quisiste mantener relación alguna con ellos.—indicó Jasper.
—Oh silencio rubiecito.—protestó Rosalie haciendo reír a los demás.
—No debemos acercarnos a ella.—habló Edward.
—Claro, lo dice el que ha estado junto a Ashly todo el día.—Rosalie solo quería sanar el corazón roto de la pequeña y frágil humana.
—La podemos poner en riesgo.
—El tiene un punto.—dijo Emmett pero alzó las manos en rendición cuando su esposa lo asesinó con la mirada.
—Simplemente hay que ser cuidadosos.—dijo Carlise uniéndose por primera vez a la conversación.
—Ella estará bien, no es frágil ni débil y mucho menos necesita protección alguna de los problemas humanos, la ven como una humana cualquiera pero tiene mucha valentía, coraje, determinación, es caballerosa, tiene mucho espíritu, honor, orgullo, es una líder natural, osada, es capaz de todo con tal de defender en lo que cree y nunca se da por vencida, puede hacer de todo con tal de defender a los que quiere o ama, es capaz de romper las reglas si es necesario y le encantan los retos, cuanto más difíciles mejor.—Alice lo vio, supo que no era una simple humana, Ashly era especial. Muy especial.
♪
Ashly
Suspiré rendida, miré mi bowl de palomitas que se encontraba vacío y me recosté en el sillón. No tenía ganas de levantarme para rellenarlo, porque justo en ese momento estaba mirando la escena final del Titanic. Y comer el chocolate que me había regalado Edward no era una opción.
—¿Por qué demonios no se turnaron para subir a la bendita tabla?—estiré mi mano acercando la caja de pañuelos, —¿Por qué Jack? ¿Por qué?
Soné mi nariz y tiré el papel arrugado a un lado mientras fingía llevarme un puño de palomitas a la boca.
No había nadie en casa, como siempre. A sí que me permitía llorar sin preocuparme que alguien me viese.
Cuando terminó la película y yo había llorado como siempre, con Iclyn subimos a mi cuarto, ella no quería dormir esa noche en su camita porque se subió a la mía así que me eché con ella.
—Por Dumbledore, me estoy volviendo loca.—dije cuando me levanté en la madrugada de la nada, vi a Iclyn y me volví a acostar.
Esa noche, esa maldita noche. Soñé con él.
Soñé con Edward Cullen.
♪
—Maldito frío.—mis dientes castañearon entre sí por milésima vez, —Me encanta.
Me abracé a mi misma mientras esperaba mi turno para subir al autobús, el profesor Molina decidió que era buena idea llevarnos a un invernadero.
Miré a lo lejos que Edward estaba con la otra Cullen, creo que se llamaba Alicia, o Alexa, no me acuerdo muy bien y estaba con el Hale, Jason o Josef, no lo recuerdo.
Una sombra me impidió verlos y cuando volteé ahí estaba Mike con una sonrisa.
—Hey, Eres tú ¿Eh?, estás viva.—dijo moviendo sus manos al cielo divertidamente.
Agaché mi cabeza tratando de no reír.
—Sí lo sé, falsa alarma.—le respondí.
Mike estaba nervioso, soy demasiado buena descubriendo eso.
—Em, quería preguntarte si, digo. Sé que aún falta un mes pero.
Ay no, no, no, no, no. El baile.
« Que no me pida eso, que no me pida eso »
Juro haber visto una sonrisa en la cara de Edward cuando lo volteé a ver de reojo, el me miraba a mi.
—¿Quieres ir al baile conmigo?—preguntó Mike.
Mierda.
Cerré los ojos tratando de ser lo menos dura posible.
—A sí que ¿Qué dices?
—Oh. el baile. Cierto.
« Mierda Ashly »
—Es que, eh, yo no. No bailo.—traté de excusarme.
Oh claro que bailaba, lo hacía desde pequeña pero fue lo único que se me ocurrió.
—Y además, voy a estar fuera, ese fin de semana, me voy a Perú ese mismo día.
Soy pésima rechazando a personas que no se lo merecían. ¿Cómo iba a viajar a Perú siendo aún ilegal?
Si era cierto que tenía primos allá, de parte de mi papá pero no los iba a visitar.
—Y, ¿No puedes ir la otra semana?—me preguntó.
Me da mucha pena.
—Ya compré el boleto.—me encogí de hombros y pude notar la decepción en su mirada, en ese momento me sentí como Umbridge al mentirle, —Pero oye, dile a Jessica. Sé que quiere ir contigo.
Eso no era mentira, la chica Stanley si que quería ir con él, daba algo de incomodidad.
Lo vi voltear hacia donde la castaña quien le sonrió y lo saludó.
—Claro, nos vemos.—antes de que se vaya lo detuve.
—Mike, lo siento.
—No te preocupes.
—Ya ya ya ya chicos. Vamos, vamos andando, el verde es bueno.—dijo el profesor haciendo subir a los demás.
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Author's note:
¡Hola! Otro capítulo para subir.
¿Quién más tiene una debilidad por los chocolates? EnnsPrewett si Enn, espero a que levantes tu mano.
A nuestra querida Ashly le faltó canchita (palomitas/pochoclos/porotos o como le digan en su país :) )
¿Quién se ofrece a darle más?
Se aceptan donaciones 😋💪🏻
JSKJSKAJSKAJ bueno espero que les esté gustando tanto como a mi.
Att: 𝙰𝚕𝚒𝚜𝚜𝚘𝚗 ♡︎✍︎︎
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